OSTEOPATÍA VISCERAL: DOLOR REFERIDO DE ORIGEN VISCERAL (Por María José Mora)
El dolor muscular, ya sea en espalda o miembros, tiene múltiples orígenes: contracturas musculares, traumatismos, malas posturas, sobreesfuerzos, lesiones deportivas, etc. Pero existe una causa frecuente que debemos tener muy en cuenta a la hora de diagnosticar correctamente al paciente: el dolor referido de origen visceral. Este tipo de dolor es constante, persistente, resistente o con muy poca mejoría al tratamiento con fármacos (antiinflamatorios y/o relajantes musculares) y terapias manuales, de aparición lenta y progresiva, que se agrava o se alivia en un horario concreto (siguiendo el ritmo circadiano de cada víscera; ver dibujo 1), difuso o difícil de localizar a la palpación, empeora con el “trabajo” de una víscera concreta (por ejemplo, con la ingesta y digestión de algunos alimentos, durante la ovulación o menstruación, etc.
Las vísceras poseen relaciones directas con zonas concretas de la espalda y miembros superiores e inferiores a través de ligamentos, vascularización e inervación; es lo que se conoce como metámera. La metámera alberga huesos, músculos, piel, vísceras y arterias que poseen la inervación del mismo nivel medular. Todos los elementos que pertenecen al mismo nivel metamérico pueden presentar alteraciones cuando uno de ellos está en disfunción. Existe un ejemplo muy claro de esta relación que todo el mundo conoce: una persona que está sufriendo un infarto de miocardio, además del dolor en el pecho y la sensación de opresión en el mismo, aparece un dolor que se extiende por todo el brazo izquierdo. Éste es el dolor referido del corazón al sistema musculo-esquelético. Pues, al igual que el corazón, para cada víscera existe un patrón de dolor referido específico: hígado/hombro derecho, estómago/zona interescapular y hombro izquierdo, intestinos/zona lumbar,...

Que exista una víscera en disfunción no significa que dicha víscera presente patología médica, es decir, no tiene por qué tener una enfermedad ni dar alteraciones en las analíticas de sangre. En la mayoría de los casos, los pacientes presentan síntomas y signos leves que no son indicativo de patología (náuseas, ardor, reflujo, pesadez de estómago o intolerancia a ciertos alimentos, dolor en la menstruación, síndrome premenstrual, cistitis de repetición,...) si no de un “mal funcionamiento” puntual de un órgano en concreto. Conocer este tipo de dolores referidos nos es muy útil para un buen diagnóstico y, fundamental, para un correcto tratamiento. Gracias a la osteopatía realizamos un tratamiento global de esa metámera que está en disfunción, teniendo que revisar y tratar de manera obligatoria cada uno de los elementos de ese nivel que se encuentren afectados; mejorando, la mayoría de las veces, dolores que llevaban instaurados mucho tiempo y que no terminaban de mejorar pese a recibir tratamiento.