LA IMPORTANCIA DE LLEVAR UNA DIETA SANA (Por María José Mora)
Una dieta sana es la base de un cuerpo sano. Cada vez más investigadores apoyan la teoría de que, la mayoría de las patologías que sufrimos, (ya sea un resfriado común, una dolor musculo-esquelético o algo más grave), serían evitables casi al 100% si mantuviésemos una dieta equilibrada y libre de venenos, ya que nuestro organismo posee una gran capacidad de autocuración; es capaz por sí mismo de eliminar las sustancias nocivas que provocan las enfermedades, siempre y cuando nuestro sistema inmune esté “fuerte”.
La Dieta Básica Sana (D.B.S.), recomendada por el 100% de los nutricionistas, es la conocida como Dieta de la Pirámide Mediterránea: rica en frutas y verduras, proteínas (pescados, carnes y huevos) e hidratos de carbono, limitando el consumo de grasas trans, dulces, bollería industrial, comida preparada,…
Pues a esta dieta podemos añadirle alguna modificación más para hacerla perfecta:
- Lo primero: debemos mantener un horario de comidas más o menos regular, comer 5 veces al día y en cantidades coherentes, comer productos de calidad (frutas y verduras de temporada, proteína lo más natural posible, hidratos de carbono sanos,…). Y lo más importante, debemos comer acompañados siempre que podamos para intentar comer despacio, masticando bien cada bocado para facilitarle, a nuestro cuerpo, la digestión.
- Debemos tomar suficiente cantidad de agua al día (2-2.5litros). Al fin y al cabo, la mayor parte de nuestro cuerpo es agua y la utilizamos para realizar todas nuestras tareas fisiológicas diarias; por eso es fundamental reponerla. Es aconsejable tomarla fuera de las comidas.
- Comer frutas frescas, preferiblemente entre comidas, no como postre.
- Hay que restringir el consumo de grasas trans, embutidos, alcohol, café y azúcar (edulcorantes). Evitar, también, el consumo de refrescos, zumos y bebidas carbonatadas.
- Limitar el consumo de carnes rojas y cerdo (son carnes cuyo procesado incluye algunas sustancias que no son demasiado recomendables para nuestra salud).
- Evitar, en la medida de lo posible, el consumo de trigo (no del gluten en general, sólo del trigo) y de lácteos. Es un tema controvertido pero cada vez son más los estudios que demuestran que la digestión de estos alimentos supone un esfuerzo extra para nuestro sistema digestivo y produce algunas sustancias consideradas tóxicas para nuestro organismo, que provocan inflamación.
El objetivo de esta dieta no es la pérdida de peso (aunque también se baja de peso con ella hasta conseguir nuestro peso ideal), si no, conseguir que nuestro cuerpo esté equilibrado y sano.
Se notan muchos beneficios desde el primer día (bueno, no os voy a mentir, desde el tercer día, que los dos primeros son un poco difíciles): nuestro cuerpo cada vez está más cargado de energía, levantarse por las mañanas ya no cuesta un triunfo y se tiene la sensación de haber descansado totalmente; empieza a regularse nuestro horario intestinal y nuestras deposiciones empiezan a ser normales (ni diarrea, ni estreñimiento, ni dolor,…), pasado un tiempo empezamos a notar que desaparecen dolores, de esos leves que están siempre ahí y a los que nos hemos acostumbrado porque llevan años con nosotros (dolores de cabeza, molestias digestivas, sensación de hinchazón de tripa, molestias musculares leves en alguna zona específica,…) y, en las mujeres, nuestros ciclos menstruales empiezan a ser más normales y menos dolorosos. Estos últimos empiezan a notarse pasado un tiempo diferente en cada persona, dependiendo de lo “intoxicados” que estemos.
Por todo esto, la dieta se convierte en el complemento ideal al tratamiento manual que desarrollamos los fisioterapeutas, ayudando a combatir cualquier proceso inflamatorio y previniendo lesiones derivadas de nuestro día a día en el trabajo, actividad deportiva,…
¡Anímate y empieza desde hoy a cuidar tu salud!