INTRUSISMO EN FISIOTERAPIA (Por María José Mora)

 
Existen varias profesiones que, desde el punto de vista de cualquier persona que jamás haya tenido que acudir a un servicio de fisioterapia, pueden confundirse y hacer que lleguen a profesionales que no son los adecuados para tratar la patología que presenta. 
 
Existen varias profesiones que podrían confundirse con la fisioterapia: quiromasajistas, masajistas deportivos, osteópatas (que no son fisioterapeutas), quiroprácticos, etc. Todos ellos son considerados como “intrusos” siempre y cuando estos profesionales vayan más allá de las competencias reales de su correspondiente especialidad. Un quiromasajista y un masajista deportivo realizan varios tipos de técnicas que un fisioterapeuta también puede realizar dentro de su tratamiento, y son buenos profesionales aplicando este tipo de terapias. Se considera intrusismo cuando sobrepasan el campo de acción en el que ellos pueden/deben moverse, es decir, cuando aplican estos tratamientos con fines terapéuticos en patologías acerca de las cuales no tienen los suficientes conocimientos, simplemente porque no están incluidos en su formación. Pueden tratar algunas lesiones concretas y sus tratamientos son bastante efectivos si están bien realizados.
 
Para aplicar un tratamiento adecuado es necesario conocer en profundidad la anatomía y la fisiología del cuerpo humano y la fisiopatología de cada lesión y enfermedad (es decir, cómo y por qué se produce, qué tejidos y estructuras están afectados, comprender qué proceso realiza el propio cuerpo para reparar ese daño, tiempos de reposo necesarios para poder intervenir...), sabiendo cuáles son las indicaciones y, lo más importante, las posibles contraindicaciones al tratamiento que puedan existir. 
 
En cuanto a los osteópatas y quiroprácticos, el problema es que la formación que reciben no está contemplada en la legislación española como formaciones oficiales. Pueden haber llevado a cabo los estudios en instituciones que tengan prestigio dentro de estas profesiones, pero no están contemplados como formación sanitaria como tal en nuestro país (sí en muchos países, siendo EEUU uno de los países de referencia en formación de estos profesionales). 
 
En concreto, un osteópata en España no es considerado un profesional sanitario; ahora bien, existe una formación considerada como estudios propios que precisa que tengas la titulación como fisioterapeuta para poder realizarla. Un osteópata que no es fisioterapeuta, recibe una formación de dos cursos para obtener su título. Un osteópata que es fisioterapeuta previamente recibe una formación universitaria (Diplomado o Graduado en Fisioterapia) de 3 ó 4 años según el año de realización de los estudios, durante los cuales se cursan asignaturas que nos forman para conocer anatomía y fisiología, patología, historia de la fisioterapia, estudio de las técnicas que abarca la fisioterapia y su aplicación, tanto teórica como práctica durante varios cursos. Después de esto, realizamos los estudios específicos de Osteopatía; 5 cursos más para obtener el C.O. (Certificado en Osteopatía) o 6 para obtener el D.O. (Doctorado en Osteopatía), con sus exámenes correspondientes.
 
A lo largo de estos cursos, afianzamos los conocimientos sobre anatomía y fisiología que adquirimos durante el Grado y los ampliamos para aumentar nuestra formación en anatomía y fisiología craneal y visceral, recibiendo una formación muy completa. Pero lo que realmente nos diferencia de los osteópatas que solamente reciben una formación de dos cursos en cualquier instituto y que no precisan tener conocimientos previos en ninguna profesión sanitaria, es la cantidad de conocimientos que recibimos en fisiopatología, no sólo del aparato locomotor, sino de médico-quirúrgica en general y que nos hace conocer a la perfección cuáles son las indicaciones y contraindicaciones de cada una de las técnicas que aplicamos, ya que algunas de ellas podrían ser “peligrosas” para un paciente que presente una enfermedad concreta y que precisa un tratamiento concreto. Además de conocer test diagnósticos específicos para saber diferenciar, sin que el paciente traiga un diagnóstico médico previo, para tener precaución cuando algo “nos huele mal”. Intenta ponerte siempre en manos de profesionales cualificados.
 
Es fácil saber si un fisioterapeuta lo es o no porque estamos obligados a pertenecer al Colegio Oficial de Fisioterapeutas de la Comunidad Autónoma en la que ejercemos nuestra profesión y el acceso a dichos listados se puede hacer libremente a través de internet.